lunes, setiembre 15, 2008
Orden del día
...y cuando vuelvas al trabajo, cuando veas al portero
salúdalo aunque viajes en asiento delantero.
Orden del día
(Frank Delgado)
La vida es como un segundo de un gran acontecimiento
y debes tener bien claro sus fundamentos.
La vida es como un pasaje, de una canción que marea
y aquel que no se la sabe la tararea.
Como dice el guayabero filósofo popular
la vida es un pasaje de ida del tren a la eternidad.
La vida es como un pasaje de una canción que marea
y aquel que no se la sabe la tararea.
El primer paso que tú debes dar cuando es de día
es con el pie derecho como la gran profecía.
Abona tu pasaje y hazle un guiño a una novicia.
Y aunque te digan loco, sonríete sin malicia.
Hazle un piropo a la muchacha de la esquina
y cuando vuelvas al trabajo, cuando veas al portero
salúdalo aunque viajes en asiento delantero.
Y a la viejita conserje pregúntale por sus flores
cómo amaneció su espalda, cómo andan sus dolores.
A tus vecinos todos, si la vida los deprime
coméntales de música o convídalos al cine.
Moléstate a su tiempo con la suciedad de un baño.
Y a reirse de un calvo y es un día, no hace daño.
Y vuelve a casa a inventarte un cumpleaños.
Y si la noche lo permite y también la naturaleza
paséate por la calle y con manía de grandeza.
Y si hay gente inoportuna, convérsala con paciencia
y duérmete como un tronco, sin tener mal de conciencia, porque
La vida es como un segundo, de un gran acontecimiento
y debes tener bien claro sus fundamentos.
La vida es como un pasaje, de una canción que marea
y aquel que no se la sabe la tararea.
Pero querer volar con alas anchas, mi hermano, es una ambición fatal
y cuando menos lo imaginas, te cae el golpe fenomenal.
La vida es como un pasaje, de una canción que marea
y aquel que no se la sabe la tararea.
Lo dijo Pedro Navaja cuando se notó la herida:
la vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida.
La vida es como un pasaje, de una canción que marea
y aquel que no se la sabe la tararea.
Por la mala maña de no razonar
hay mucha gente que no comprende la regla del juego
y son los que van detrás.
La vida es como un segundo, de un gran acontecimiento
y debes tener bien claro sus fundamentos.
La vida es como un pasaje, de una canción que marea
Y aquel que no se la sabe la tararea.
domingo, setiembre 07, 2008
Cuando siento la realeza en tu puta nariz respingada veo que las cosas no han cambiado desde Colón, que los indios y la Santa Inquisición están bien representados por los pobres de hoy y la Iglesia católica que se sienta sobre ellos.
Cuando escucho argumentar que hay muertes que valen la pena en la lucha contra el terror, recuerdo que la Santa Inquisición sigue estando bien representada en cada uno de los políticos que vemos por la televisión.
Cuando leo que los gobernantes de hoy no quieren reconocer, recordar ni pedir perdón a las víctimas inocentes de la lucha contra el terror cuyo único error fue no ser blancos, no vestirse como blancos y no hablar como blancos, veo en carne propia la segregación del nacional socialismo alemán.
Cuando recuerdo que los ministros ningunean a sus compatriotas por el color de su sangre tildándolos de ignorantes, entiendo el casi histórico resentimiento del campesinado.
Cuando me entero que las empresas de hoy buscan el lucro con sangre ajena y sin ánimo de compartir el lucro, recuerdo que la esclavitud sigue siendo una forma de amasar fortuna en lo legal.
En esos momentos, agradezco a Dios, quien no existe, que todavía haya hombres y mujeres con doctorados en indignación que luchan por desterrar las injusticias que la mayoría no ve, que relegan el dinero por el bienestar del otro y que ven en el futuro otro mundo posible.
Cuando escucho argumentar que hay muertes que valen la pena en la lucha contra el terror, recuerdo que la Santa Inquisición sigue estando bien representada en cada uno de los políticos que vemos por la televisión.
Cuando leo que los gobernantes de hoy no quieren reconocer, recordar ni pedir perdón a las víctimas inocentes de la lucha contra el terror cuyo único error fue no ser blancos, no vestirse como blancos y no hablar como blancos, veo en carne propia la segregación del nacional socialismo alemán.
Cuando recuerdo que los ministros ningunean a sus compatriotas por el color de su sangre tildándolos de ignorantes, entiendo el casi histórico resentimiento del campesinado.
Cuando me entero que las empresas de hoy buscan el lucro con sangre ajena y sin ánimo de compartir el lucro, recuerdo que la esclavitud sigue siendo una forma de amasar fortuna en lo legal.
En esos momentos, agradezco a Dios, quien no existe, que todavía haya hombres y mujeres con doctorados en indignación que luchan por desterrar las injusticias que la mayoría no ve, que relegan el dinero por el bienestar del otro y que ven en el futuro otro mundo posible.
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