domingo, noviembre 28, 2010

Sebastián

¿Qué hacer si el sol alumbra pero no calienta?, pensó Sebastián. “Lo pensé con detenimiento mientras soltaba una pierna tras otra buscando el bus que me lleva al trabajo”, me confesó algo tímido pero orgulloso de su introspección.

No sé cómo definirlo o interpretarlo, lo confieso. Ojos grandes, eso sí, y muy abiertos, casi como si no tuviera párpados. Delgado y con un aire al profesor de música que todos amamos alguna vez en el colegio, suele vestirse en sintonía con una bicromía malva, “como un ojo golpeado”, ríe Sebastián.

Tiene un gusto fino por las flores muertas pero no la de los cementerios. Le hacen recordar su niñez. Tiene una afinidad por los fallecidos pero no los suyos pues él no le da concesiones a su historia. Tiene la sabiduría de los libros pero no lee uno desde que comprendió, luego de devorar a todos los filósofos griegos, que ellos ya lo habían dicho todo sin decirlo. Por eso mismo, odiaba a Grecia, a los griegos y al idioma griego (en realidad, luego de media cerveza de cereza, su preferida, me confesó que esa animadversión venía de su ojeriza contra su profesora de griego en etapa escolar: “Estoy seguro que nunca tuvo un orgasmo ni que lo tendrá. Apuesto a que gemía en español y no en griego”, me aseguró con ojo de psicoterapeuta, foniatra, psicoanalista, comunista y con cara que él cabía bajo el mismo diagnóstico).

Cuando conversé con él, era verano y todos en las calles tenían rostro del más crudo invierno en los corazones. Sebastián trabaja desde hace cinco años exactos en una compañía de seguros asegurándose de rechazar todos los pedidos de indemnizaciones de los incautos que formalmente que llaman clientes. Durante la hora del almuerzo en horas de trabajo, come solo, mirando la pared. 

jueves, agosto 12, 2010

Eso

Por las noches me pregunto, si eso lo dijiste en serio,
Si eso que dijiste en serio es en realidad lo que quieres decir,
Si eso que quisiste decir es en realidad lo que quieres,
Si eso que quieres refleja con justicia lo que sientes,
Si eso que sientes en verdad lo dijiste en serio,
Si eso que dijiste en serio es en realidad lo que quieres decir,

jueves, junio 10, 2010

Retazo de sueño

Un jirón de sol rodaba sobre tu espalda al lento compás del viento,
dejando al descubierto tu piel de terciopelo y tus vellos color oro,
sonreías con la seguridad de una reina sin descendencia en su castillo,
tan fresca como si un orgasmo acabara de dejar su factura en tus labios.

Te miraba con la ansiedad de quien aún cree en la alquimia como religión,
te espiaba con la sutileza del mar azotando un velero de competencia,
evidentemente me sentía más lejano a ti mientras más me acercaba,
era uno de esos días en los que deseo que amanezca anocheciendo.

jueves, junio 03, 2010

Golpe a golpe, verso a verso

Un poco de Machado, en momentos que busco flotar.


Caminante no hay camino


Todo pasa y todo queda,
pero lo nuestro es pasar,
pasar haciendo caminos,
caminos sobre el mar.

Nunca persequí la gloria,
ni dejar en la memoria
de los hombres mi canción;
yo amo los mundos sutiles,
ingrávidos y gentiles,
como pompas de jabón.

Me gusta verlos pintarse
de sol y grana, volar
bajo el cielo azul, temblar
súbitamente y quebrarse...

Nunca perseguí la gloria.

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.

Al andar se hace camino
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

Hace algún tiempo en ese lugar
donde hoy los bosques se visten de espinos
se oyó la voz de un poeta gritar
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Murió el poeta lejos del hogar.
Le cubre el polvo de un país vecino.
Al alejarse le vieron llorar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso...

Cuando el jilguero no puede cantar.
Cuando el poeta es un peregrino,
cuando de nada nos sirve rezar.
"Caminante no hay camino,
se hace camino al andar..."

Golpe a golpe, verso a verso.

martes, junio 01, 2010

Nadia

Nadia hoy vuelve a cerrar sus ojos durante el trabajo, pensando en él, en cuándo vendrá nuevamente, en cómo él entró al cuarto aquella primera vez despojándola de la frialdad de su piel, en cómo salió dejando un aire de esperanza que su memoria no deja de abrazar, en cómo al salir dejó una puerta a medio abrir que llena cada sábado.

Una racha de amor sin apetito, cantaba Sabina, detrás de las paredes. Un sábado más, se repetía Nadia detrás de su uniforme de trabajo que ya empezaba a raerse. La fricción corroe. Segunda hora de trabajo, cerró nuevamente los ojos, pensando que pronto tendría que regresar a la tienda de lencería donde habitualmente compraba su uniforme. Sí, esa tienda donde el vendedor hablaba con los ojos y olía con las manos. Un repugnante más.

Cuarta hora de trabajo, entra el cuarto cliente. Nadia, sentada de espaldas a la puerta, viva sin alma, con aliento de tísico, ojos abiertos. Retumba en su nariz, luego en su mente, rápidamente en su corazón, el olor de él. Son sus pisadas, se dice ella. Es su ritmo al caminar, es su rutina de desvestirse, se confirma ella misma: Él baja el cierre de su casaca en dos tiempos, se la quita primero por el brazo izquierdo y luego en el cascarón de madera que llaman silla.

Sin casaca pero desvestido en sentimientos, él se acerca sin acechar. Nadia, aún sin voltear, ve que su piel toma color, multicolor. Crecen flores por sus poros, sus hombros se convierten en colinas, en trayectos, en rutas, en bienvenida. Tiembla, como siempre, cruje como la madera seca.

La rutina de estos amantes se inicia. Echados, frente a frente, se miran a los ojos durante lo que dura el simulado contrato de alquiler. Nunca hablan, no hace falta. Miradas húmedas en ocasiones, ojos que recorren el rostro del otro, angustias contadas en silencio. Esperanzas de algo por venir, le pregunta a él con los ojos. Él responde sin hablar.

Foto de: Blog de Emma Sopeña

miércoles, mayo 26, 2010

Imagíname

Dibuja mi nombre en el vidrio mojado por la lluvia,
traza mi rastro en el espejo empañado del baño,
delinea mi nombre en un pedazo de papel en blanco.

Proyecta el camino de mis brazos al abrazarte,
esboza la ruta tierna de mis manos en tu nuca,
perfila el roce de mi mejilla desde tu mentón,

Idéame un espacio en tu mirada ausente,
créame un espacio perenne en tu cama,
imagíname presente y silente, aunque la distancia me desdibuje.

miércoles, mayo 05, 2010

¿Pretexto?

Termino el arma suicida. Un poema con vida, grupos de letras, manadas de palabras, rayos de líneas, manchas de párrafos en una hoja suelta color amarillo. Tres párrafos, veinte líneas, cincuentaiún palabras y demasiadas letras.

Es el proyecto para partir sin puerto, es el plan y el pago por vender mi alma, es la esperanza de tu alegría y el anticipo de mi tristeza.

Dejo en esta hoja, amarilla ya lo dije, testimonio de lo que en realidad no pienso, no siento, no anhelo, no quiero.  Sobre mi almohada, que tuya hiciste, yace ésta, tu futura felicidad:

Por siempre querida Ana:

Una excusa es lo que menos tengo […]

[…]

Un cobarde [más valiente que todos tus futuros amantes]

viernes, abril 30, 2010

Canta corazón...

Nada más...


martes, abril 20, 2010

Formas



Dejé que el tiempo lo consuma, que exprese su indiferencia contra el aire y que haga cenizas de tu aroma. Pensé en surcos nuevamente irrigados en mis mejillas cuando supe de las tribulaciones que fluyen nuevamente en tus venas y son –nuevamente- tu energía de vivir, de dar el paso que no deseo que des.

Tus pupilas ya no cantan, ni brillan. No son espejo. No son realidad. Son reproducción de óleo, son sol de invierno, son rosas en el cementerio, son tetas de maniquí, son corazón de alquiler, son alma sin vocación, je vois un bleu plus bleu que tes yeux.

No parto. Partes para vivir…con él.

jueves, enero 21, 2010

Los años del poeta

Alguien tocó la puerta con calma eterna.

- "Son dos poemas, señor", les respondieron a Raúl. "Les urge llegar a sus sentidos".

Ya no eran tiempos aquellos, de gloria, juventud y revolución. La llamada venía tarde. Su mano derecha, lánguida, sintió menos que un espasmo. No en vano pasaron varias décadas de dolor de pecho. La izquierda, tan incomprendida como incansable, tan poco clara como revolucionaria, tomó fuerza y poder. "Que entren", respondió Raúl, "los tiempos urgen de color".