- "Son dos poemas, señor", les respondieron a Raúl. "Les urge llegar a sus sentidos".
Ya no eran tiempos aquellos, de gloria, juventud y revolución. La llamada venía tarde. Su mano derecha, lánguida, sintió menos que un espasmo. No en vano pasaron varias décadas de dolor de pecho. La izquierda, tan incomprendida como incansable, tan poco clara como revolucionaria, tomó fuerza y poder. "Que entren", respondió Raúl, "los tiempos urgen de color".