
Algo debiera hechizar portaaviones,
alguien debiera apretar un botón
que reciclara metralla en razones
y poderío en conmiseración.
Algo debiera embrujar los misiles,
alguien debiera hacer estallar
el hongo de los derechos civiles
de los fantasmas que pueblan Bagdad.
Ahora es escoria el papel sorprendente
de Sherezada en su lecho nupcial.
La orden de fuego la dio un disidente
de la cultura, la carne, la mente
el sueño y la vida que no sea virtual.
mil una noches para la malicia,
mil una noches de intimidación,
mil una noches de fuego y codicia,
mil una noches sin dios ni perdón.
(Sinuhé)