Despierto cada madrugada en sudor con olor a ti, a tu recuerdo, a tus ansias, a tus movimientos, a tu pasión, a tu sexo. Siento aún el recorrido de tu humedad sobre mí. El lento movimiento de la lengua tuya con pasmado péndulo sobre mi cuello en dirección al sur en busca de calor mutuo que nos aísle del mundo de fuera. Extraño ese rose constante de tu vientre contra mí fruto de moverme dentro tuyo, de saber que eres quien domina la escena de mis sensaciones y excitaciones.
Recorro en mi mente –pues no me queda mejor remedio- el camino trazado y tomado hasta tus senos que tiernamente y sin condiciones amarran mis manos cada vez que te quiero sin ropas o cada vez que me das con tu mirada el permiso de sentirme único dentro de ti.
En este momento recuerdo todo detalle, pese a que te rodean otras cuatro paredes que crean un espacio lejano a mí y a mi imaginación. Recuerdo, sin embargo, que esas mismas cuatro paredes abrigaron nuestros cuerpos semidesnudos, uno sobre el otro, para juntar la desesperación de no tenerse y calmar con fuego el fuego que ardía dentro nuestro. Calmaste y agitaste con gestos tiernamente obscenos la locura del penetrar en tus pensamientos, en tus ojos y en donde se unen tus piernas para cobijar la prueba firme de mi excitación.
1 comentario:
muy lindo blog , me identifico , nos leemos! un saludo
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