miércoles, octubre 31, 2007

Espacio en tu ausencia

Me pregunto cuántas veces necesitaré mentirme para decirme la verdad en monosílabos, para exhalar en cada vocablo, en un solo vocablo, la seguridad del león en plena caza y a la vez la confianza tímida de la liebre en el campo. En estos días tus cabellos han dejado de ser el pasto de mi almohada, el prado donde sintiéndome niño mis palmas recorren una y otra vez palpando las puntas de las espigas del trigo al sol.

La distancia entre la cama y la cocina sigue siendo la misma, ayer cuando tú la recorrías que hoy sin ti. Sin embargo, ya no la mido en pasos. La mido en recuerdos. Recuerdos de los músculos de tu espalda, músculos de filigrana tejida por un viejo artesano, que finamente se tensan y relajan debajo de tu piel de desierto en una terrible vibración en tempo sensual; músculos de tu espalda que conversan hacia los infiernos con las fibras que recorren sinuosamente tus nalgas [léase culo] que tanto ansío y que se alargan por tus piernas hasta la ruta que rige la obscenidad de tus pantorrillas y la elegancia de tus tobillos. En cifras frías el recorrido sigue estando limitado a los mismos quince pasos pero los gobierna tu recuerdo. Son quince pasos que se ahogan en tu recuerdo tierno y sexual. Son quince pasos de duración indeterminada. Son quince pasos que configuran tu triste ausencia y mi melancólica paciencia.

sábado, octubre 27, 2007

Cine de calidad a 6 soles: Anda hoy al Cinematógrafo a ver…

Una de las cosas más bonitas en la vida es ir al cine y alucinar con historias fantásticas, soñadoras, de acción, con humor, dramáticas, históricas, narradas e ilustradas de manera mágica.

Ir al cine un sábado por la noche no te baja de 15 soles por persona, 30 soles si vas con la pareja (más si vas con hijos) más otros 15 de comidas por ahí.

Te propongo una opción. Gasta 6 soles por entrada, come canchita de la tradicional (S/. 0.50), compra doña pepa, cua cua, etc. y siéntete en los cines de antes. ¿Dónde? El Cinematógrafo de Barranco te ofrece esa opción. Películas que bien podrían estar en el Jockey o en Cineplanet pero que, por una u otra razón, no lo están.


Todos los días (menos miércoles) el Cinematógrafo presenta 3 funciones. Hoy sábado 27 de octubre tienes hasta 4 opciones (yo me apunto a la última):

4 p.m. Crónica de un asesino en serie

Es una película de acción de las fuertes que ha ganado premios internacionales.

Aparece el cuerpo de una joven brutalmente violada y asesinada. Dos meses después, se produjeron una serie de violaciones y asesinatos en circunstancias similares. Y en un país que nunca antes ha conocido semejantes atrocidades comienza a tomar cuerpo la idea de un asesino en serie. Se organiza un destacamento especial para la zona, encabezado por el detective de policía local Park Doo-man y un detective de policía procedente de Seúl, Seo Tae-yoon, que ha solicitado ser asignado al caso. Sin embargo, la resolución de los asesinatos parece cada vez más lejana, sumiendo a los detectives en un estado de creciente desesperación.

7 p.m. Volviendo a casa

Película gringa con un rollo de ficción interesante y de protesta.

David trabaja como asesor para el gobierno de los Estados Unidos y un día conoce en un plató de televisión a Jane, una tertuliana con la que inicia una relación. Las elecciones están próximas y David para salir del paso de una pregunta difícil sobre la muerte de soldados en Irak dice que su deseo sería devolver a la vida a los soldados muertos... y eso ocurre.
Los soldados muertos en Irak empiezan a levantarse y a exigir su derecho a voto para expulsar de la Casa Blanca al presidente de los Estados Unidos que los envió a la muerte mintiéndoles para hacerse con el petróleo.


8 p.m. Tambogrande

Documental sobre la valerosa lucha contra de una comunidad contra el capitalismo minero.

Una ola de pioneros transforma un desierto en un fértil valle de mangos y limones. El esfuerzo de sus vidas es amenazado cuando se descubre un yacimiento de oro bajo sus tierras. La indignación, la violencia y un asesinato estremecen lo que antes era un tranquilo pueblo en el norte del Perú.En medio del caos, la visión de un hombre une a los agricultores y los guía a través de un revolucionario camino de efectiva movilización pacífica. Valerosos hombres y mujeres se enfrentan a políticos corruptos y a la poderosa industria minera en este relato épico donde la gente común realiza actos heroicos en tiempos de crisis social. Un nuevo documental de los productores-directores del internacionalmente reconocido Choropampa, el Precio del Oro.

9.30 p.m. Saló o los 120 días de Sodoma

Película de Pier Paolo Pasolini que junta extraños sentimientos de violencia sexual y física.

En una mansión, cuatro señores se reúnen con cuatro ex-prostitutas y con un grupo de muchachos y muchachas, partisanos o hijos de partisanos, que han tomado prisioneros. En la casa impera el reglamento de los señores, al cual nadie puede escapar. Esta ley faculta a los señores para disponer de la vida de sus prisioneros en cualquier momento y de cualquier modo, y las transgresiones se castigan con la muerte.

Puedes consultar la programación diaria en: www.elcinematografo.com o llamar si tienes alguna consulta (264-4374 / 247-4782). Te atienden con mucha amabilidad.

Me cuentan qué tal les parecieron las películas...

La vergüenza del amante

Saludo lo furtivo del amor de los amantes eventuales, no de los banales. Admiro su decencia de no querer perpetuar la gran emoción de los sentidos. De querer, sin embargo, volver eterna la sensación del momento vivido, de ese instante pleno donde en reserva deben amarse dos en secreto, fuera de las miradas ajenas que condenan lo prohibido y propician lo escondido.

No son terceros quienes causas tal interdicción, son los mismos amantes asesinos de su condición. Son los amantes mismos dueños de su prohibición fruto de su cobardía. Penuria no de la vergüenza del qué dirán, sino de la propiedad privada. Vergüenza y miedo a la propiedad privada del sentido puro del ser querido sempiternamente. Cobardía a saberse unido, espanto a saber haber pertenecido.

20 cosas que marcaron mi infancia

1. La primera cita con el dentista ("¿Cómo te llamas, hijito?"..."Me llamo W...auuu, buuuuu": dolió mucho).
2. El entierro de mi tortugita (yendo en el carro: "Tírala ahí, hijo...ups, abajo había una carretera": la muerte duele a terceros).
3. Muerte por electrocutación de mi perro (nació el mismo día que yo, pero no pudimos celebrar todos nuestros cumpleaños: moraleja...las mascotas no son lo mío).
4. Competencia informal de natación entre amigos y padres avitoreando (no terminé la carrera, mis padres no estaban presentes: decepción).
5. Tardanza a competencia de natación de mi hermano (llegó segundo y, como mis padres, me lo perdí...maldito parcial: del tal palo, tal astilla).
6. Meada en pantalones en El Bosque (¿no entienden que un niño que no sabe leer se pierde?: roche).
7. Meada en pantalones en alguna institución pública (la vecina no sabía leer mentes ni gestos: sin comentarios, ya había pasado la edad de los pañales).
8. Mi primo que se orinó de la risa porque lo perseguí con una pistola de juguete alrededor de la mesa (qué gracioso es cuando la gente se orina: ah, no perdón).
9. Los centavos que nunca reclamé de mi cuenta bancaria abierta en 1986 a los 8 años (luego vino la hiperinflación del gobierno de Alan García, pero aún creo que tengo una fortuna insospechada: tonta ilusión).
10. El crucigrama de Disney que rompí a los 6 años por no poder completarlo (la verdad estaba bien difícil: estrés infantil).
11. Mirada escrutadora al pesón de mi tía mientras dormía cuando tenía unos 7 años ("qué raro y feo", quién diría que mis gustos cambiarían: heterosexualidad).
12. Gritos de mi primo mientras su papá le pegaba con la correa en plena ducha fría ("No entiendo porqué mi primo se baña, si cada vez que lo hace le pegan": bañarse no es bueno para la salud física ni mental).
13. Eructos de mi abuela (después descubriría que tenía aerofagia. Yo no tengo esa afección, pero estoy su busca: guácala, seguro dirás).
14. Una canica atracada en mi garganta al fungir de perro baleado (el poder de la gravedad también funciona cuando uno tiene los pies como cabeza: carita de sonso).
15. Partidos de fulbito en la pista con una pelota de volley medio desinflada (gol: compañerismo).
16. Desconcierto total cuando siendo arquero mi defensa me dice "ábrete!" (tenía 9 años, qué diablos iba a entender eso: incompresión infantil).
17. El primer beso con la vecina debajo de su cama a una edad muy pero muy temprana (creo que ni siquiera fue el primer beso: memoria fotográfica).
18. Primera mujer que veía desnuda (mi vecina, no es la del beso, atrapada yendo desnuda al baño para que su mamá la bañe: compasión).
19. Mi papá quitándome la bolsa de papitas para dárselo a un niño ciudador de carros ("Hey, eso es mío": felizmente sólo lo pensé).
20. Escondiéndome de ET en el cine (qué feo ser, hasta ahora me da miedo, le falta un asesor de imagen: pudor).

Y tú, ¿cuáles fueron tus paltas?

Del chancho su huevo

Una publicidad radial muy graciosa que ganó un premio en Perú, ahora protagonizada por Piccolo y Vegeta...

viernes, octubre 26, 2007

Prosa apátrida 5

Ayer, leyendo a Ribeiro, me di cuenta que mi talento inexistente. Bueno, no hace falta leerlo para darse cuenta. Hace falta leerme. Me di cuenta además que se adelanta a mis pensamientos y me los roba (es la manera más mezquina de decir que coincido con él).

No sorprende, entonces, que después de leerlo me den más ganas de leerlo y menos de vaciar mi "talento" en este blog. Leyendo "Prosas Apátridas" me sentí reconfortado en esa literatura ágil, pensante, graciosa, tajante y hasta erótica. Es en ese último puente con mis sentidos donde me sentí identificado y te vi señalada. Les dejo la prosa 5, te la dejo a ti:

Conocer el cuerpo de una mujer es una tarea tan lenta y encomiable como aprender una lengua muerta. Cada noche se añade una nueva comarca a nuestro placer y un nuevo signo a nuestro ya cuantioso vocabulario. Pero siempre quedarán misterios por desvelar. El cuerpo de una mujer, todo cuerpo humano, es por definición infinito. Uno empieza por tener acceso a la mano, ese apéndice utilitario, instrumental, del cuerpo, siempre descubierto, siempre dispuesto a entregarse a no importa quién, que trafica con toda suerte de objetos y ha adquirido, a fuerza de sociabilidad, un carácter casi impersonal y anodino, como el del funcionario o portero del palacio humano. Pero es lo que primero se conoce: cada dedo se va individualizando, adquiere un nombre de familia, y luego cada uña, cada vena, cada arruga, cada imperceptible lunar. Además no es sólo la mano la que conoce la mano: también los labios conocen la mano y entonces se añade un sabor, un olor, una consistencia, una temperatura, un grado de suavidad o de aspereza, una comestibilidad. Hay manos que se devoran como el ala de un pájaro; otras se atracan en la garganta como un eterno cadalso. ¿Y qué decir del brazo, del hombro, del seno, del muslo, de…? Apollinaire habla de las Siete Puertas del cuerpo de una mujer. Apreciación arbitraria. El cuerpo de una mujer no tiene puertas, como el mar.

Ausencia y presencia

Sufro la ausencia de lo vivido, de aquel sabor de saberme tuyo,
de aquel tacto de tus dedos, de aquel olor en tu pecho,
es como vivir sin haber tenido, como comer sin haber comido,
como amar sin haber sufrido, como matar sin haber herido.

Es la brisa del olvido lo primero que toca y busca mi inconciente.
Rechazo total al sentimiento en rojo vivo que lacera mi gemido,
que prohíbe su reproducción en golpe efímero bajo forma demente.
Niego el consentimiento de no saber que de tu fuente he bebido.

No hay duda que, eterna, la distancia es amante de la nostalgia,
la certeza cede y se prostituye en duda en claro acto de cobardía.
Decencia es la merma de antipatías que tejió mi corazón en tu estancia,
que desde ti constituye en mi vida el lazo con mi suerte en algarabía.

Ahí

Cada esquina que giro, cada carro que miro,
cada blues que me grita, cada nota que regurgita,
cada pájaro que vuela, cada pluma que se balancea,
cada luz que me ciega, cada parpadear que me golpea,
cada niño que corre, cada mamá que lo socorre.

Cada peldaño que subo, cada golpe que engullo,
cada sonrisa que me he perdido, cada alegría que no he vivido,
cada pensamiento dado sin eco, cada palabra cae en un hueco,
cada saliva que sigue conmigo, cada lengua que espera abrigo,
cada silencio que me aborda, cada espacio que no lo soporta.

Cada comida que no he ingerido, cada trago que no he bebido,
cada gemido no escuchado, cada jugueteo que no hemos dado,
cada llamada que no recibo, cada sonido que esquivo,
cada caricia interrumpida, cada mano reprimida,
cada ausencia tuya, eso soy yo sin ti.