Sufro la ausencia de lo vivido, de aquel sabor de saberme tuyo,
de aquel tacto de tus dedos, de aquel olor en tu pecho,
es como vivir sin haber tenido, como comer sin haber comido,
como amar sin haber sufrido, como matar sin haber herido.
Es la brisa del olvido lo primero que toca y busca mi inconciente.
Rechazo total al sentimiento en rojo vivo que lacera mi gemido,
que prohíbe su reproducción en golpe efímero bajo forma demente.
Niego el consentimiento de no saber que de tu fuente he bebido.
No hay duda que, eterna, la distancia es amante de la nostalgia,
la certeza cede y se prostituye en duda en claro acto de cobardía.
Decencia es la merma de antipatías que tejió mi corazón en tu estancia,
que desde ti constituye en mi vida el lazo con mi suerte en algarabía.
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