Una deuda pendiente me arroja al bar de siempre, donde dejé aliento solitario en ese vaso empañado y lleno de whisky pero siempre dispuesto a escuchar mis conversaciones. Nuevamente mis dientes se encuentran bruscamente con el vidrio del vaso, mis labios se entumecen con el hielo del placer del primer sorbo.
Mi hombro toma vida y se atreve a pedir recompenza por tu cabeza, al mismo tiempo que mi pecho reclama el masaje de tu cabello liso de olor a seda. El anonimato no es ya una cuestión más, un issue. Llega un momento en que el viento ya no corta la cara ni el cesped raspa las piernas. Mi cuello reclama en su propio nombre la pertenencia de tu boca hallada culpable de delitos habituales urdidos en mi piel, contenta y permisiva de tu impunidad.
Una especie de suspiro conspira contra mi oreja y la vuelve dominante en mi cuerpo. Giro en torno a la puerta de entrada, culpable inaudita de la imagen de tu silueta alta y fina presente en mi imaginario, y veo una vez más...creo ver, una vez más, la imagen que consuela y que hace del whisky del fin de semana una entrada a nuestor paraiso, y no un reencuentro con mi ser.
3 comentarios:
Lo tuyo va de bien en mejor. Promesas recíprocas, también continuaré leyéndote.
Gracias por proporcionarme el dato que te pedí.
Eliza
http://blogs.montevideo.com.uy/elizaymiguel
e-mail: eliza@montevideo.com.uy
Escribime, así tengo tu mail para mandarte la revista.
Feliz año, Eliza
Pues a mi el whiskey me deja una tontuna...saludos
Publicar un comentario