martes, octubre 04, 2005

La soledad me abruma, me toma, me ahoga, me inunda, me estrecha, me aprisiona, me asola, me veja, me golpea, me viola, me maltrata.

El dolor más grande es sentirse solo en medio de una multidud, de aquella multitud para la cual uno es polvo de grano de arena, es partícula de oxígeno, es parte de la nada. Y ese, creo, que es uno de mis grandes temores. Dejar el mundo y saber, entender y hacer conocido el verdadero significado de estar solo en la multitud, de haber estado rodeado siempre de gente a la que le vale madre el quehacer de uno, gente que no da medio por el contacto, gente que desde hace un buen tiempo dejó de ser gente. Es la soledad impuesta, es esa que yo no quiero sufrir más.

2 comentarios:

Laura González D'Orsi dijo...

el dolor más grande es estar con alguien y aún así extrañarlo...
no lo hubieses podido escribir mejor...
la soledad nos abruma a todos por momentos, pero qué pasa cuando ese momento se hace infinito?

o.o dijo...

o te vuelves loco o lo desfogas. Prefiero lo segundo en sus diversas variantes...las deprimentes, las zafadas, las violentas, las eróticas, las inexplicables.

Pero es cierto que muchas veces nada de eso funciona y te aborbe el infinito. Es ahí, en el punto más vulnerable, cuando alguien te da la mano y, siendo feliz, por supuesto, empiezan otro tipo de soledades...