Finge en mi otoño la primavera de lo impío,
arrasa y arrastra mi ser y no saber hasta tu pecho
y haz que los míos rocen lo hereje de tu ser
hasta saciar mi borde ateo.
Llena mi piel de cicatrices de sudor
que obnubilen toda razón ortodoxa,
que me obliguen a bajar la mirada por debajo de tu ombligo
pero no por timidez sino por recorrer tus labios,
aquéllos dos pares de la perdición senstiva.
Hazme saber cuándo el recato acaba entre dos mujeres,
cuándo las miradas son cuchillos de pasión desfalleciente
que sólo hieren unas horas luego de tu partida.
Finge mi otoño y hazlo infierno,
lentamente.
1 comentario:
que forma tan bonita de blasfemar. Yo quiero un cuchillo para ver si me reflejo. Texto cortavenas.paz.
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