Lima, 3 de septiembre 2009
Será muy difícil guardar tus recuerdos, empacarlos y tenerte presente a tantos kilómetros de distancia en cada momento. Tengo muy en cuenta que mis maletas no son capaces de almacenar lo bella que ha sido la vida a tu lado en estos dos años. Menos aún, mi billetera tiene esa capacidad si lo único que cabe ahí son fotos parciales de tu cuerpo. Ni siquiera extendiendo las barreras de nuestros imaginarios corazones llegarán al tamaño apropiado para albergar todo lo que has significado para mí.
Así como ciertos hitos marcan la historia de un país o la historia de la humanidad en un antes y un después, mi vida también reclama una distinción similar desde que tú llegaste a ella. Es injusto no hacerlo ya que todo lo que he aprendido a tu lado desmerece bondadosamente y con elegancia lo vivido con anterioridad. Si de ese amor es que han hablado los poetas, las novelas y las películas, no entiendo por qué ese arte –el del verdadero amar- no se ha convertido en una ley universal y alcanzable para cualquiera.
En realidad, creo saberlo por qué. En muchos sentidos, eres única. De eso estoy convencido. Tus cualidades como persona abundan y abruman. Me hacen sentir que los ángeles son terrestres y están entre nosotros haciéndose pasar como un humano cualquiera. Entre tus infinitas bondades sólo quiero destacar algunas pues es poco lo que estas líneas soporten. Tu forma de ver la vida y tu sonrisa agrupan a muchas de esas bondades. La sonrisa del día a día, la sonrisa que regalas sin pedir nada a cambio, la sonrisa al encontrarnos aunque sea por quinta vez en el día, en fin, la sonrisa a la vida. La música de tu sonrisa alegra mi corazón y lo ha hecho unirse en felicidad, esperanza y amor. La calidad de compañera es otra de tus cualidades que amo. Es fácil imaginarse la vida eterna contigo, envejeciendo frente a un parque, a la orilla del mar, en la cama de nuestra habitación. Siento que contigo no sólo tejo una relación de a dos sino de a muchos. Imaginarte a mi lado en el futuro me empuja, sin darme cuenta, a proyectar una relación sólida, larga y con basta vida alrededor, debo decir, hijos y nietos. Sólo agrego una cualidad más: Tus ganas de aprender. Abierta a muchas cosas y siempre con las ganas de cambiar al mundo, en un sentido muy literal, no me deja de sorprender que no te endurezcas frente a nuevas formas de ver y comprender la vida y la sociedad. Buscas espacios que otros, como yo, simplemente destinan a respirar para repensar lo pensado con el objetivo de refinar, apuntar, aclarar o profundizar.
Por supuesto, otras cualidades se quedan celosas por no ser mencionadas. Para no dejarlas insatisfechas algunas te entrego: Tu gracia, tu dedicación, tu inteligencia, tu mundo, tu amistad, tu cariño, tu empatía, tu fuerza, tu erotismo.
Acabar estas líneas implica un cierre temporal al día de hoy que, en realidad, termina siendo injusto pues estas líneas no son más que uno de los primeros granos que caen del reloj de arena recién volteado. Mi amor, nuestro amor, es una historia que parece cargada de milenios encima. Su fuerza e intensidad en sólo estos dos años irán creciendo y acumulándose. Eso sí, construyámoslo juntos con mucha paciencia, cariño, amor y sinceridad. Te amo con todos esos adjetivos encima (y muchos más). No nos preocupemos tanto de la distancia que simplemente nos obligará a construir un puente más largo, fuerte y resistente para nuestra vida juntos.
Un gran beso eterno